miércoles, 6 de febrero de 2008

Carta a don Alberto San Juan

Estimado señor:


El otro día escuché perplejo su petición en la gala de los Goya sobre la Conferencia Episcopal.


Al parecer, pide usted la disolución de dicha Conferencia por este documento que imagino que no se habrá dignado leer. Le confieso que yo tampoco he visto ni pienso ver ninguna de sus películas. Pero el documento sí lo he leído, y mire, no he visto mayor diferencia que los realizados por la Conferencia Episcopal en otras citas electorales. Evidentemente, los dirigentes de la Iglesia Católica no pueden pedir que se vote a un partido que quiere ampliar el aborto, habla de eutanasia, negocia con terroristas y subvenciona a gentuza como usted.


Le invito a que tenga LOS COJONES de acudir a Ryad -que le indico que es la capital de Arabia Saudí- a exigir la abolición de la Mutawa de ese país, que provoca horrores como éste: Una mujer saudí, encarcelada por tomar una taza de café con un compañero de trabajo.


Sea valiente, don Alberto, vaya a Ryad, con lo que "ruca" de la SGAE tiene para el billete (me da la impresión que sólo va a necesitar el de ida) y atrévase a decir que dedica su viaje para que se disuelva la Mutawa.


Seguro que papá Máximo saca una viñeta graciosa en El País.


Atentamente:

Administrador.

3 comentarios:

José Enrique Carrero-Blanco Martínez-Hombre dijo...

Cada día soy más partidario de que los actores vivan de su trabajo no de las subvenciones, que hagan peliculas buenas que seguro irá la gente al cine, pero como la inmensa mayoría son una mierda no las ve ni el que la hizo por lo que necesitan vivir del dinero de papá Estado para seguir subsistiendo.

Tampoco son muy valientes a la hora de defender los derechos humanos en ciertos países.

Son, salvo excepciones, unos miserables, hipócritas y peseteros.

Caballero ZP dijo...

Excelente entrada, pero no te preocupes que no acudirá, son unos cobardes que ya lo demostraron cuando no condenaron a ETA.
Saludos

Fin de los Tiempos dijo...

Uy sí Alberto San Juan en Ryad. Como Bardem, primero va a Cuba y se dedica a pegarle palos al capitalismo desde el diario oficial y luego acude a Hollywood con el smoking de 12.000 euros a recoger los premios capitalistas, emborracharse con sus bebidas en sus fiestas y partirles la nariz a modelos por su irrefrenable estado etílico.